lunes, septiembre 04, 2006

Cursiladas de septiembre, primer acto: La sonrisa de Lucía

Los primeros recuerdos son los de una niña que nos obligaba a tener la tienda de campaña totalmente ordenada y que se enfadaba si alguien sobrepasaba el espacio que su rulo debía ocupar. Más tarde fueron unas infructuosas clases de francés, en las que no aprendimos ni la palabra bonjour. Después llegaron varios años de verse de uvas a peras, sólo en algunas reuniones que de en año en año celebraban nuestros padres en la Plaza de Olavide y en las que nos dedicábamos a comer bravas como locos y a poner la mano para probar suerte y ver cuántas monedas de 100 pesetas caían. Y de pronto un día:

Las clases de guitarra con Antonio
La fiesta sorpresa por el 50 cumpleaños de tu madre
Los primeros viajes de la Resistencia (otra vez extendiendo la mano a los padres): Trujillo, Burgos, Palencia...
Los veranos en Figueras

Y por fin, después de tantos buenos momentos, llegó el día en que pudimos empezar a compartirte con el resto de peña exquisita y fue entonces cuando llegaron de golpe las invasiones a Horna, bichito123, los momentos de peduqui cantando P.O.D, el PCE, la nochevieja en casa de tu papuchi cuando Alicia quedó medio coja de por vida, el Festival de cine del Sahara (y el momento surrealista de tu cumpleaños, “me comunican que todo está saliendo a pedir de boca”), el viaje con Anacre a Ámsterdam, los desayunos-comidas en la cocina de Salamanca, el Paniagua, las cañas, y tantas otras cosas. Encandilaste a todos porque no hay palabra mejor para definirte que “majísima” y de un día para otro te convertiste en una cara más esperando en la boca de metro de Tribunal, un teléfono más al que incluir en la cadena y, sobre todo, una sonrisa más que acoge penas, secretos, alegrías, risas y confidencias.

Hoy nos dejas un poquito huérfanos de esa sonrisa que tienes que es como una casa a la que llegas cansada y que te recibe invariablemente con todo el cariño del mundo.

Sé feliz este año y buen viaje. Te queremos mil, bichito.
Rathaus
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