Todos estos antecedentes para contaros que he tenido que ir a cubrir una exposición de fotografía de un tío que se ha dedicado a retratar durante años la noche salmantina. Las imágenes eran sobre todo del Paniagua y en muchas de ellas salía Chuchi, el yonqui que pedía cigarros a todo quisqui. Pero lo más importante de todo es que había un retrato de Charly (o Dios, como lo llamábamos la Prescot y servidora), ese camarero-picha discos que ponía unos hits mundiales al mismo tiempo que demostraba su pericia sirviendo minis (litros, según el dialecto charro) de calimocho. Le he preguntado al fotógrafo que si sabía qué había sido de él (porque ya hace tiempo que no está allí) y me ha dicho que se ha ido a vivir a Barcelona y que el Pani no había vuelto a ser lo mismo desde que se marchó.
De pronto me he acordado de todos los grandísimos momentos que hemos vivido en ese bar y la sesión de fotos que nos hizo Paula (si no recuerdo mal) a Ana y a mí para que Charly saliera, la gitana sin dientes el día del yogur, los baños sin cisterna, los pelos bajo los vasos, el suelo encharcado, "Born of frustration" y tantas otros momentos inolvidables.
Ay... Volveremos, ¿no?